martes, 27 de octubre de 2009

Los Golpistas Dirigen su Mirada a el Director de El Libertador luego de que uno de sus Periodistas Fuera Secuestrado y Quemado con Cigarrillos

La Insostenible Naturaleza del Modelo Oligarca Confirmado por las Matemáticas y la Filosofía

Por Belén Fernández
Especial para The Narco News Bulletin
27 de octubre 2009

TEGUCIGALPA, HONDURAS, 26 DE OCTUBRE DE 2009: La mañana del 21 de octubre de 2009, Jhonny Lagos—fundador y director de El Libertador, el único periódico antigolpista de la capital hondureña—recibió una llamada de un conocido militar y simpatizante de la Resistencia. El funcionario informó de una reunión entre el presidente golpista Roberto Micheletti y la vicecanciller Martha Lorena Alvarado, en donde ambos comenzaban los preparativos para la muerte de Lagos. Alvarado—evidentemente molesta por su aparición en la lista de los miembros golpistas del Opus Dei en una edición de octubre del periódico—había estipulado que El Libertador tenía que pagarla muy caro. Otras formas de pagarla caro se habían propuesto a raíz del golpe de Estado del 28 de junio en contra del Presidente Mel Zelaya, cuando a Lagos le habían ofrecido 10 millones de lempiras (cerca de medio millón de dólares) a cambio de modificar los principios de El Libertador.


La propuesta también incluía que Lagos escribiera dos artículos, uno sobre el tema de la reconciliación nacional y la otra en apoyo de las elecciones de noviembre. Lagos había bromeado con el enviado golpista, diciéndole que con mucho gusto El Libertador empezaría a anunciar publicidad de cadenas de comida rápida, pero que los anuncios consistirían en una fotografía de una hamburguesa con la etiqueta: “Cuidado, este producto es golpista.”

Lagos, de 44 años de edad, defendió su rechazo a la oferta sobre la base de que no era rico, pero que tampoco era un mercenario. En cuanto a personajes que califican como mercenarios, aparentemente se incluye al presentador de televisión Renato Álvarez—quién Lagos afirmó que solo lo había invitado a aparecer en su programa Frente a Frente para que las Naciones Unidas pensaran que en Honduras había libertad de expresión—y a los dos individuos con pasamontañas que secuestraron al reportero de El Libertador, Delmer Membreño el 28 de septiembre.

De acuerdo con Lagos, Membreño fue detenido a pocas cuadras de las oficinas del periódico del centro de Tegucigalpa, fue arrojado a un camión, y conducido a un campo a 40 kilómetros de la ciudad. Ahí fue golpeado, pateado, quemado en la cara y brazos con cigarrillos, despojado de unos USD 6,000 en equipo, con el fin de darle el mensaje a “Jhonnycito” de que un trato aún peor le esperaba al director del periódico y a su familia. Luego de la última amenaza de Micheletti y Alvarado, se decidió que la oficina de El Libertador fuera abandonada y que el personal se instalaría con sus computadoras personales en distintos puntos de dentro y fuera de la capital.

Lagos categoriza la diseminación de las fuerzas como el esfuerzo para obtener una relativa seguridad, como si en este momento no fuera posible hablar con toda seguridad en Honduras. En cuanto al nivel relativo de seguridad de nuesta reunión en un cafetería al aire libre de una calle muy transitada, Lagos dijo que lo peor que los golpistas le podrían hacer sería matarlo, pero que nunca había albergado ilusiones en cuanto a la eternidad de la existencia—ilusiones que yo trataba de mantener moviendo sutilmente mi silla.

Luciendo una camiseta azul y una barba, Lagos es originario del departamento de El Paraíso en la frontera con Nicaragua, donde fue criado por su abuela y donde comenzó a trabajar a temprana edad removiendo a los gusanos de las plantaciones de tabaco. Después de eso avanzó a ser limpiabotas y a tener un trabajo en el campo de la construcción, y a la edad de 16 años presidió su propia sastrería con 10 empleados. Siguiendo una carrera como futbolista, donde estudiaba a la par por las noches, Lagos se inscribió en la universidad, donde cambió su especialidad, primero de trabajo social a economía para terminar en periodismo, afirmando que el último tema lo dotó con el mayor sentido de propósito. Lagos invocó este sentido una vez más cuando subrayó sus razones para no seguir el consejo de su conocido militar de abandonar el país, además de mencionar sus otras razones y que incluían su aversión al proceso de quitarse los zapatos en el aeropuerto y a cualquier situación donde existen demasiadas reglas.

En cuanto a las normas tradicionales del periodismo en Honduras, estas fueron desafiadas seis años atrás con la fundación de El Libertador. Trabajando como analista económico para el diario El Heraldo, Lagos había llegado a la conclusión que los periódicos hondureños no salvaguardaban los valores de la sociedad, así que decidió crear una publicación que incluyera entrevistas con mujeres hondureñas en lugar de los viajes de las familias oligarcas a los desfiles de moda de Milán. Entre los ejemplos contemporáneos de la divergencia de enfoques periodísticos citados por Lagos, se incluye el incumplimiento de El Libertador de utilizar Photoshop para desaparecer la sangre de las víctimas antigolpistas de la represión policiaca y militar.

Antes del nacimiento de El Libertador, se llevaron a cabo encuestas públicas para definir el nombre del periódico y los atributos que los futuros lectores considerarían esenciales. Mientras tanto, Lagos consultó a colegas para recibir sugerencias para el financiamiento del periódico, obteniendo ideas que iban desde la venta de carne en la ciudad turística de Valle de Ángeles hasta la producción de una obra de teatro; la primera sugerencia fue descartada pero la segunda no, resultando en el debut teatral de Lagos en un cuento de amor en épocas de guerra, la cual no generó el rendimiento económico esperado.

“Dictadura”, el titular de una sola línea de una edición del diario El Libertador – con una circulación diaria de entre 80 mil y 100 mil ejemplares en Honduras –del verano pasado luego del golpe del 28 de junio.
La solución a la carencia de capital inicial se presentó una mañana en el Parque la Leona con vista a Tegucigalpa, a 11 meses de que Lagos hubiera dejado El Heraldo. Había llegado al punto de tener una deuda aproximada de 50 dólares con un vendedor de café y cigarrillos del parque, quien rápidamente perdía la fe en la posibilidad de que El Libertador se hiciera realidad. Observando la ciudad desde arriba, a Lagos se le ocurrió que la producción del periódico no tenía que limitarse a un solo espacio, sino que más bien este se podría lograr a través de ciber cafés dispersos.

Siguiendo su experiencia en La Leona, Lagos juntó a nueve colaboradores de su universidad y los llevó al mismo parque para hablarles sobre el nacimiento del periodismo alternativo en Honduras, durante la charla trato de evadir la pregunta inevitable sobre donde estarían las oficinas centrales de dicho periodismo. Un cuartel general de concreto fue eventualmente adquirido de acuerdo al crecimiento del diario, el cual vende entre 80 mil y 100 mil ejemplares diariamente y cuenta con una plantilla de 30 personas, además de tener un convenio con la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, el cual permite capacitar a los estudiantes de periodismo en El Libertador.

Entre otras cifras citadas por Lagos, se incluye el cálculo de que en 2008 el 20 por ciento de la población hondureña consumía el 75 por ciento de los bienes y servicios del país. Explicó su gusto por las matemáticas por el hecho de que eran más precisas que las declaraciones de que la democracia en Honduras no existe, y sostuvo que las interacciones de los golpistas con las matemáticas consistían en el cálculo de Tribunal Supremo Electoral de que la democracia existía siempre y cuando hubieran dos candidatos en tiempos electorales. Otras fórmulas relevantes parecían incluir la ecuación de la aspiración a un cambio constitucional a través del terrorismo, una de las acusaciones que el informante militar le había advertido a Lagos que serían dirigidas contra él por el gobierno golpista.

Según Lagos, el golpe del 28 de junio tuvo lugar como resultado del colapso del aparato ideológico de la élite hondureña, la cual ya no era capaz de suprimir a la población y se vió obligada a recurrir al terror como medio de mantener a un régimen difunto. El golpe mismo ha reforzado las cualidades vacías y repetitivas del discurso oligárquico, así como las naturaleza absurda de las instituciones nacionales. Lagos señalo a la asamblea constituyente como el único antídoto posible para el desafío golpista a la evolución de la humanidad.

La adaptabilidad de los órganos de la Resistencia hondureña es enfatizada por el hecho de que El Libertador continúa publicando sin oficina—una versión actualizada de su modelo operativo original de los periodistas dispersos conectados a Internet. Mientras tanto, la creatividad golpista parece limitada a la explotación de los intereses superpuestos de las instituciones al situar plataformas afuera de la Embajada Brasileña, y que Lagos identifica como pertenecientes al equipo nacional de futbol.

El Presidente Zelaya le ha confirmado a Lagos el uso de las plataformas con el fin de apuntar luces a las habitaciones de la embajada por la noche. El diario hondureño La Tribuna, le ha dado una interpretación diferente, la cual es que las plataformas son para permitirle a la policía monitorear los movimientos de una fuerza venezolana de seguridad de élite, que de alguna manera ha aparecido dentro de la embajada—respaldo adicional a la afirmación de Lagos de que el régimen golpista ya tiene suficientes cómplices para eximir a El Libertador de ser uno de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario