martes, 21 de septiembre de 2010

¿Monseñor sedicioso?



 En un país como el nuestro es peligroso pedir justicia, tan peligroso como condolerse por las groserías, masacres y otros sufrimientos que deben soportar los pobres. Ponerse del lado de los pobres, desear su bienestar y superación significa ser socialista. Todo aquel que busca la superación y una luz de esperanza para el pueblo es señalado como comunista, socialista, rebelde y sedicioso. En lo personal, no comprendo cómo puede haber gente que adopta esa actitud troglodita y tan escasa de sentido común. Lo primero será aclararles que mejorar la realidad del pobre no significa afectar el bienestar de los ricos y sus millones. En lo absoluto. Lo que debe comprenderse es que todos aquellos que tenemos sensibilidad humana no podemos ver complacidos los sufrimientos y sacrificios que deben soportar los pobres. ¿Acaso somos agitadores por desear su bienestar?

          Todas las mañanas escucho las palabras del sacerdote Ismael Moreno, conocido como Padre Melo, por Radio Progreso. Se lee un Evangelio, el Padre Melo junto a  Sandra Zelaya explican los versículos leídos y luego rezamos el Padre Nuestro y el Avemaría y es así como llega a su fin la media hora que dura “Buenos días nos dé Dios”. Disfruto escuchando las explicaciones e interpretaciones de las parábolas que el Padre Melo y Sandra Zelaya nos ofrecen, pero tenemos que estar listos a las cinco y treinta de la mañana, hora en que se inicia “Buenos días nos dé Dios” y concluye a las seis en punto. El Padre Melo nos dice que Jesús vino al mundo para auxiliar y estar del lado de los pobres especialmente, aunque Su amor fue, y sigue siendo, universal. Nos habla del Dios de la Vida… porque Dios es vida. Ayer 21 de septiembre mi mamá cumplió diez años de fallecida. Escuché con más atención el programa religioso del querido Padre Melo. El popular sacerdote no es rebelde ni agitador, simple y sencillamente está del lado de los humildes. Su programa no incita a la rebelión, sin embargo, a raíz del golpe de Estado de junio del año pasado, el Padre Melo se vio obligado a salir de su país pues recibió amenazas de muerte. No dejé de escuchar el programa que quedó bajo la dirección de Sandra Zelaya. Me di cuenta que el sacerdote se encontraba en España. Ahora lo tenemos de regreso y hemos vuelto a escucharlo en su programa, siempre ameno, instructivo y simpático. El Padre Melo no es sedicioso… si lo fuera no viviría en Honduras. Pero hay gente que lo considera “peligroso”. Ese calificativo es ilógico e insólito. Estoy con usted Padre Melo y quisiera conocerle.

           El lunes pasado leímos con mucho interés el breve, pero valeroso, elocuente y sentido artículo escrito por monseñor Rómulo Emiliani, “Me espanta ver a la madre que llora”, (Diario Tiempo, septiembre 20, página 22). monseñor Emiliani personifica a Honduras como la madre que llora las muertes violentas de sus hijos, pero rememora a la Madre María, Virgen de los Dolores, “sosteniendo a su hijo muerto al ser descendido de la cruz, ensangrentado y sin vida. Veo a Honduras como una llaga abierta por donde se derrama la sangre de miles de jóvenes que en holocausto permanente se mueren por hambre, falta de empleo, violencia salvaje o por el sida”. Monseñor Emiliani ágilmente describió la realidad de Honduras en esas primeras líneas de entrada. Escribe Monseñor: “Veo a Honduras caída ante las garras del crimen organizado que con su tráfico de drogas, de armas, de secuestros, trata de blancas y robos de carros tiene un poder oscuro que viene de las tinieblas del maligno.”  Me impresionaron esas palabras verídicas escritas por Monseñor. Y lo terrible: “Veo a Honduras golpeada por la indiferencia cruel de los que pensamos nada más en lo nuestro y nos acostumbramos a ver el dolor como quien contempla una mala película de terror que no nos incumbe”.  Es exactamente lo que he venido repitiendo en esta columna… nuestra consabida indiferencia, cruel, terriblemente cruel. Mientras nosotros tengamos nada nos importa que miles estén con las manos vacías. Sí, monseñor Emiliani, nuestra indiferencia es cruel pero por señalar los sufrimientos de los pobres se nos llama sediciosos, agitadores y peligrosos. Espero, sinceramente espero, que no salga por ahí un troglodita, un cabeza caliente ignorante, o un patriota, señalándolo a usted de sedicioso. Y todo por decir la verdad. Y todo por recordar la masacre de 28 inocentes acribillados en un bus en las proximidades de Chamelecón, viniendo de San Pedro Sula de hacer sus compras de Navidad. Aquello fue una carnicería que lanzó una nube negra sobre la Navidad ese año no lejano. Monseñor recuerda a los 108 hondureños presos, quemados y asfixiados en sus celdas, sin que nadie los sacara de las llamas. Y todo lo ocurrido en ese penal infernal quedó en el misterio. ¿Eso quieren los demócratas y los patriotas?  Bien, muy bien, lo dice Monseñor cuando escribe que Honduras no precisa de desfiles, ni de discursos pues nada solucionan. Honduras clama, la Madre Honduras, clama “justicia y pide a gritos que no maten a sus niños, que no ultrajen a sus mujeres, que trabajen por los pobres y que detengan esa caravana de la muerte, de la droga, la marginación y el desenfreno”. Felicitamos a monseñor Emiliani y lo admiramos.

Septiembre 22, 2010.    

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